La Comunidad de Sin-Límite

CUANTAS VECES ESTAMOS A LA DEFENSIVA. !
Muchas.
 
Veamos qué dice este artículo:
 

Cuando sentimos temor, o nos sentimos desafiados o no estamos centrados en nuestra propia naturaleza interior, tendemos a ponernos a la defensiva. Así, usamos diversos mecanismos de defensa como la justificación, la racionalización, la negación, la culpa, etc.

Defendernos (incluso contra aquello que podríamos considerar malo) no permite que nuestra alma y nuestra mente crezcan. Nos impide evolucionar, madurar, nos bloquea el crecimiento personal. Abrirnos y darnos permiso para expresar nuestros sentimientos son acciones mucho más poderosas que estar a la defensiva.

No podemos estar al a defensiva y crecer, al mismo tiempo. Este es un principio de la naturaleza. Para poder crecer necesitamos realizar un acto de fe, un salto al vacío: necesitamos aprender a confiar en nosotros mismos.

Piense en alguna situación en la que usted esté, actualmente, a la defensiva y decida abrirse y confiar en su propio poder personal y la comprensión que yace en el interior de su ser.

A veces, las personas están tan acostumbradas a reaccionar de manera defensiva que ni siquiera se dan cuentan de cuánto se han cerrado. Esto bloquea el crecimiento. La apertura emocional nos libera de este bloqueo y nos invita a aceptar que el mundo no es perfecto, que debemos confiar en nosotros mismos, a pesar de sentir temor.

Evalúe una situación dada, y si lo considera adecuado, baje la guardia y arriésguese a confiar en usted mismo.

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Otro interesante artículo de una psicóloga.

La actitud defensiva

Ser receloso y estar siempre alerta permite adelantarse a posibles ataques, pero genera tal desconfianza que también fomenta el aislamiento y grandes errores de interpretación.

Suele decirse que la mejor defensa es un buen ataque. Esta frase, tan común en los ambientes deportivos, a menudo se aplica también a las relaciones personales. Un marido le comenta a su esposa: “Hoy sí que te ha quedado buena la comida”; a lo que ella replica: “¿Qué quieres decir?, ¿que normalmente no cocino bien?”; y él, enojado, responde: “Ni siquiera es posible hablar contigo”.

Se trata de un ejemplo común sobre el absurdo en que pueden caer ciertas relaciones cuando prevalece la actitud de estar a la defensiva. Incluso comentarios aparentemente bienintencionados pueden hacer saltar la chispa si se juzgan como claros ataques a la integridad personal.

Pero ¿por qué surge esta necesidad exagerada de defenderse? ¿Y qué consecuencias tiene? El instinto de conservación, que lleva a un individuo a marcar con recelo su propio territorio, es el responsable en gran parte de los conflictos y malentendidos que se generan en la interacción con los demás. Al considerar el mundo un lugar hostil y amenazador, las relaciones se convierten automáticamente en un terreno peligroso donde los demás se ven más como rivales que como aliados.

La actitud defensiva se construye sobre el miedo a ser herido por los demás. Sin embargo, ese mismo recelo y las estrategias que se utilizan para defenderse facilitan que se encuentre precisamente la realidad que tanto se teme: el rechazo o la ofensa ajena. Paul Watzlawick, un psicólogo experto en comunicación humana, popularizó hace años el concepto de la profecía autocumplida, según el cual las conductas de evitación tienen la curiosa virtud de atraer justamente lo que pretenden evitar.

Estar a la defensiva supone vivir con la alarma continuamente encendida, sin posibilidad de relajarse. Sin embargo, lo más problemático es que la persona no se da cuenta de hasta qué punto las reacciones que percibe en los demás se deben a su propia actitud recelosa o incluso agresiva. Si alguien observa vigilante los gestos de quienes le rodean, tarde o temprano encontrará algún indicio sospechoso. Cuando existe una hipótesis en la mente, como, por ejemplo: “No me puedo fiar”, lo más probable es que la atención se decante por buscar pruebas que corroboren esa teoría, desestimando todo aquello que pueda contradecirla. De ese modo, la duda se convierte en una evidencia que la persona utiliza para justificar su actitud defensiva.

Así como hay personas que poseen este rasgo en su carácter, que puede ir desde una tendencia a ser suspicaz hasta trastornos más severos, con frecuencia aparece esta actitud en el seno de una relación, demostrando que existen dificultades importantes a la hora de comunicarse. Resulta común, por ejemplo, que en la adolescencia se adopte esta actitud defensiva hacia la familia. Se buscan aliados entre los iguales, mientras que los padres pasan a ser, muy a su pesar, los contrincantes. En esta época resulta difícil entenderse, no sólo porque chocan los deseos de unos y otros, sino porque muchos adolescentes necesitan romper, aislarse y poner límites con la familia para construir su propia identidad. Estar a la defensiva les resulta útil para lograrlo.

Se recurre también a esta actitud cuando se quiere proteger una esfera privada, lo cual es una forma de decir: “Aquí no puedes entrar”. Esta respuesta, que en muchas ocasiones resulta apropiada y razonable, en otras se utiliza como escudo para ocultar dificultades que la persona se niega a reconocer. Así, por ejemplo, se trata de una postura muy característica en las personas que tienen problemas de adicción no asumidos cuando se pretende abordar ese tema.

Otras veces, sin embargo, estar a la defensiva indica que existe una relación de competencia o un resentimiento soterrado. En el mundo de la pareja a menudo se producen juegos de este tipo, donde ambos luchan por controlar la situación o reivindicar su punto de vista. Es fácil entonces que crezca la incomprensión y la sensación de impotencia. No hace falta decir que mantener ese pulso constante en el que se pone continuamente a prueba quién gana a quién, genera un tremendo desgaste que puede minar la relación.

“La mente es como un paracaídas; trabaja mejor cuando está abierta” (Thomas Dewar)

Así como las serpientes muerden, a pesar de ser la mayoría inofensivas, los seres humanos atacan cuando se sienten amenazados por alguien. Tras la necesidad exagerada de defenderse, a menudo se esconde una persona que teme no ser escuchada o que se siente débil o insegura, aunque su apariencia refleje todo lo contrario. La ira, los celos, el orgullo, el odio… son los venenos que puede inocular, pero cuanto más los propaga, mayor es también la reserva tóxica que se genera en su interior.

La actitud defensiva se basa en la anticipación de un posible daño, lo cual provoca que en muchas ocasiones se reaccione de manera exagerada. Sin embargo, para quien se siente atacado y ve la causa de los problemas en la reacción de los demás, no resulta nada fácil admitir que las cosas pueden ser diferentes de cómo las percibe y que su defensa a ultranza también puede ser considerada un ataque.

Ser consciente de la propia actitud defensiva no basta, pero supone un paso importante. Por tanto, estar dispuesto a cuestionarse a uno mismo resulta indispensable para transformar esta actitud en algo distinto.

Ganar y ganar

La postura defensiva parte del supuesto de que en las relaciones siempre hay quien gana y quien pierde: si uno no se anda con cuidado, los demás se aprovechan. Sin embargo, las relaciones también pueden entenderse y vivirse de un modo bien distinto. Stephen R. Covey, autor de renombrados best sellers, habla en sus libros de la filosofía del yo gano/tú ganas. La relación realmente satisfactoria es aquella que en lugar de crear dos bandos enfrentados busca la cooperación y la unión de fuerzas, con lo que cada persona obtiene un beneficio.

Sin embargo, no hay colaboración sin confianza. El recelo lleva a exagerar los peligros, a esperar el engaño y la ofensa, a gastar tiempo y energía escrutando la actitud de los demás. No se trata de ser ingenuo, ni dejarse pisar, sino de aprender a defenderse de un modo muy diferente: sin necesidad de atacar.

Estar a la defensiva significa reaccionar en el presente con la carga del pasado y anticipando una amenaza futura. Genera confusión y malentendidos. Para desactivar esta actitud será preciso aprender a comunicarse de manera más franca y clara. Una mayor confianza real en uno mismo ayudará a expresar de manera más directa lo que disgusta, manteniendo con los demás una relación abierta y confiada donde el otro se considere un aliado y no un enemigo.

Cristina Llagostera

 

Una concreción:

Estar a la defensiva, implica que has recibido algún ataque.

Pero no deben pagar los que no tienen culpa. ¿NO OS PARECE?

La sociedad misma nos impulsa a estar a la defensiva, ahora que estamos en época de vacaciones ....¿no os ha pasado que cuando queréis ir a algún sitio os avisan de?.......cuidado con el taxista, con los carteristas, con los restaurantes, no te fíes si te invita un desconocido, agarra tu bolso, que no te vean la llave del hotel.............¡¡¡¡Jdrr para eso no salgo de casa!!!

Es verdad, a veces es inevitable estar a la defensiva Lauri. Un beso.

Si Peter Parker, pero eso son defensas PRACTICAS... Puedes estar defendiéndote de cosas con toda razón. Otra cosa es hablar de sentimientos y vivencias, sobre todo. Sobre todo de vivencias. De que te haya marcado pasar por ciertos trances y que estar a la defensiva sea exagerado e injusto. Que estés a la defensiva hasta con personas que no lo merecen. Eso es lo que hay que tratar de evitar. Para tener relaciones satisfactorias con personas.

Saludos.

Creo que aunque todos nos sintamos tentados a ponernos a la defensiva hay que dar una oportunidad a la gente que no conoces. Primero porque no tienen la culpa de tus malas experiencias pasadas y segundo porque anticipándote negativamente a algo sólo logras pegarte un doble disgusto. Antes de que pase y después (en caso de que realmente la otra persona quiera hacerte algún daño).

María, disculpa que te rebata, pero hay muchísima gente que lleva lo de estar  al defensiva de forma inconsciente. Y si examinas las relaciones íntimas de muchas personas te das cuenta de que hay algo de eso. No es tan fácil pues como parece. Lo has planteado como demasiado evidente, me parece a mi.

Uy no ha sido mi intención, mismamente yo también estoy a la defensiva a veces, igual es que no me he expresado bien, por mensaje pasa muchas veces que quieres decir una cosa y se interpreta otra.

Creo que tendría que ser así, pero eso no quiere decir que sea fácil pa nadie, porque a veces andamos un poco escocidos y tenemos miedo de que nos hagan daño.

A mi por una experiencia desde la infancia con una hermana de mi padre estoy a la defensiva, siempre me ha atacado, de forma educada pero al final te deja como una idiota. Asi que cada vez que yo coincido con ella que lo evito mucho estoy en tension porque estoy a la defensiva con ella y lo peor es que lo pago con los demas

   De estos artículos destacaría dos cosas, en el primero lo del "acto de fe" y "salto al vacio" me parece interesante e,incluso, conveniente. Y en el segúndo lo de "estar dispuesto a cuestionarse uno mismo" y tendrá toda la razón, soy de las que veo un poco más allá de las palabras y, quizás, las palabras no vayan mucho más allá. Tendré en cuenta estos razonamientos.

 

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