La Comunidad de Sin-Límite

La lasaña que estaba de muerte mató a un pobre empleado que sólo quería una cesta de Navidad y nunca ligaba

 

Llegaba la Navidad. En las calles se veía mucho el color blanco, que si porque nieva, que si porque está lleno de algodones en los mostradores de las tiendas. Y también mucho rojo: un color muy frecuente en los objetos de decoración. Entre unas cosas y otras, en conjunto se respiraba un especial panorama urbano.

 

Los niños esperaban la llegada de Papá Noel, el personaje más entrañable y generoso de ese momento. Qué más quisiera Antonio que su jefe fuera la mitad de simpático que él. Ni le había regalado una cesta de navidad ni tampoco le había dado una paga extra y, en cambio, el otro pensaba traer a miles de niños videoconsolas y juguetes, etc.

 

Por eso  Antonio no andaba precisamente contento por las fechas navideñas.

Pero encima le pasó una desgracia, con una comida, de lo menos frecuente. Uno se puede preguntar sospechando algo raro, si acaso la comida se la comió Antonio, y la respuesta es que, efectivamente, así fue, y si alguien se pregunta ¿Qué tenía la comida? Pues la respuesta es que un veneno mortal. Antonio comió una comida envenenada, en Navidad.

Y ¿Quién lo puso ahí? (en la comida).

Una vecina con quien había mantenido una relación amorosa...

¿En serio?

¿Por qué lo hizo?

 

Estaba celosa de que el pobre Antonio hubiera conocido a una mujer a través de Internet, en un cibercafé, una tarde...

 

Resultó así que estando Antonio en casa, frente a un plato de exquisita comida italiana, llamó al teléfono una mujer. Era una compañera de su trabajo. Antonio cogió el teléfono, dijo: “¿Sí?”. Y cayó al suelo de golpe, envenenado por la lasaña que le había dado la vecina.

 

-Antonio, ¿eres tú?, oye que el jefe tiene una cesta de Navidad con jamón, turrón y botellas de cava del Penedés y Priorato para nosotros... ¿Me oyes?

 

Antonio yacía en el suelo con un tenedor en la mano.

Al rato, el teléfono comunicaba. La colega de trabajo había desistido de esperar una respuesta del buen compañero y feliz y contenta se había retirado a decorar un árbol de Navidad de plástico porque soñaba con la cesta de navidad y pensó que la línea de teléfonos no iba bien.

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Comentario por lauri en diciembre 9, 2012 a las 2:05pm
Tomarlo a broma. Es un cuento salido de la imaginación sin ánimo de tener moralejas. Más bien, reflejo de que no todo siempre sale como uno quiere. Pero con humor, sino no vale. Un abrazo.
Comentario por Mila Belda Rico en diciembre 9, 2012 a las 9:55am

Triste. Qué maliciosa la vecina, no sólo por el daño que le ha hecho a él, también por querer imponer su voluntad al devenir de la vida. Y con su comportamiento no ha ganado nada, en cambio, sí ha perdido mucho.

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