La Comunidad de Sin-Límite

Se  nota la llegada de la primavera por la subida de las temperaturas. Es un día por la tarde y estoy solo –como siempre- en casa. Enciendo la tele e intento descubrir por los canales alguna película que me entretenga, que llene el espacio que deja la Soledad en medio de mi cuerpo y el  sofá que siempre me acompaña y nada interesante parece cortejar mi eterno aburrimiento. Dejo pasar los canales, ajeno a las imágenes calcadas que se repiten pero nada parece abatir el tedio y entonces las ideas absurdas cobran fuerza así como los pensamientos soeces, asquerosos y patéticos que inundan un alma llena de lodo y de basura.

Mi mente es una Montaña rusa, un ir y venir de emociones púrpuras y rosa mezcladas de mermeladas de frambuesa y arándanos con pollo al curry y nueces de macadamia con un ligero toque de nuez moscada y almizcle, servido en bandeja de cobre sin lavar para que el cardenillo intoxique lo poco que me queda; así es toda mi vida, un intento grosero de matar todo aquello que empieza a nacer, todo aquello que huela a color en cuanto aparece.

El techo se me cae. El silencio es una gran losa que pesa más que el plomo y hoy no puedo sostenerla. Ya sé que sólo existe todo esto porque le doy permiso, porque con mi “nihil obstat” cobran una inusitada fuerza todas esas diabólicas pulsiones que habitan en mí y que debo mantener a raya. Habitar en el Silencio no es mi destino, ni mi natural llamada ni siquiera mi vocación. El problema es que no sé para qué nací, para qué  fui concebido. Y la idea de desaparecer de este Absurdo me persigue, me invita a “irme”. Y en esta tarde algo maligno remueve mis entrañas y me provoca náuseas y me invita al rechazo de mi estado actual y me hace presente el frío de las sábanas de mi cama vacía y mi casa callada compartida por nadie, que no tiene ni voces de perro siquiera. El tener que encender una tele para escuchar las soflamas de alguien suena a viejo y el olor a ternura hace tiempo que voló por las puertas cerradas del balcón, tristemente atrancado y aislado por dentro con cortinas oscuras que eviten cualquier tibio rayo de luz, penetrando furtivo, sin permiso en espacios velados. Aquí no hay primavera.

Las flores no desprenden su fragancia infantil y la inocencia perdió aquí sus blancas vestiduras. Ni mirtos ni gardenias ni rosas perfumadas han vuelto a recordar que el sol sale de oriente, mal que me pese, todas esas mañanas  que se visten de gris aunque vista de limpio.

No me queda más que el quejarme de todo y de todos. De todas las virtudes y de lo que por encima de mí sale a relucir por los oteros, por las montañas altas de los días azules de la aurora. De los rayos de luz de los amaneceres que vivo  aún sin mí, con besos y caricias bien llegadas por personas cercanas que saben valorar aquello que no veo. Escribo esto mientras pienso en la gran locura que parece, vivir una cosa mientras se siente otra, pero así es mi existencia, hora a hora, minuto a minuto. Sin poder salir de este Círculo absurdo en el que me encuentro encerrado a pesar de los esfuerzos por correr hacia ninguna parte. No sirven las  pastillas con que intentan aliviar mi angustia los que las recetan; no sirven las terapias en momentos como estos en los que todo se olvida y la mente, bloqueada sólo Siente, no sirven los recuerdos de momentos pasados donde hubieron risas, sencillamente no hay recuerdos.

Y sigo aquí, escribiendo, como un muerto viviente, o un vivo muerto, yo qué sé, porque quizás he descubierto que es la única manera de sentirme ligado a este mundo, es lo único que me mantiene unido a este Aquí y Ahora mientras las horas pasan y los minutos y el Dolor sigue igual. Y la Angustia. Pero escritas parecen otra cosa, no sé. Será la Primavera, esa que llega por el calor que siento.

 

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Comentario por Larissa (Lau L.) en abril 28, 2014 a las 6:41pm

Pues después de leerte, con el corazón encogido, los ojos empañados en lágrimas y el corazón diciendo gracias por leer en palabras un poco como me he sentido en tantos y tantos momentos, solo me sale decirte que el mundo necesita escritores como tú, con esta sensibilidad porque es leerte y se te cuela dentro al mismo tiempo de leer cada palabra, me hiciste ver qué tan etéreo es todo. Vicent me encantó, en lo que dices me identifique pero cosa mala, no dejes de escribir nunca, lo haces de miedo!! Te aplaudo. Y por ahí escribir es un desahogo inmenso (yo también lo hago). No pierdas, no perdamos NUNCA la esperanza.

Me acordé de este poema de Henley:

Comentario por Miguel en abril 26, 2014 a las 9:55pm

Es bueno plasmar todos esos sentimientos y no dejarlos dentro...ojala tuviera respuestas pero no las tengo,solo decirte,como siempre,que puedes contar conmigo..un abrazo Vicent.

Comentario por lauri en abril 25, 2014 a las 7:01pm

Vicent, y cuanta poesía y detalles bonitos hay en tus escritos y sus palabras.... gardenias, naturaleza... Qué bonito suena. Cuantos matices. Si, al menos podemos darle colorido, como haces a las sensaciones y la experiencia de un momento, ya hay algo de bueno.

Un beso

Comentario por Chus en abril 25, 2014 a las 6:23pm

impresionante!!!! a tus pies!!!!!

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