La Comunidad de Sin-Límite

Alejandra Pizarnik se preguntaba : ¿qué diferencia la cordura de la locura?

¿Qué diferencia la cordura de la locura?, ¿qué es lógico o lo contrario?, ¿qué es una prosa y qué es poesía?, o mejor, ¿qué es la vida y qué es la muerte?.
Estas y otras preguntas se hizo la importantísima figura de la poesía Alejandra Pizarnik.
Ella sabía que de ese otro lugar, conoce más ella que nosotros sus lectores… de este lado, donde todo es sucesión de palabras, de frases, de tiempo, de páginas y ella nos da la oportunidad para que apenas nos asomemos y asombremos con la muerte.
“Pizarnik arma su escritura y la goza como un «éxtasis maldito» o como una crisis erótica donde la letra se hace silencio (les cosían la boca) o aullido (escapaban de sus labios palabras procaces… imprecaciones soeces y gritos de loba). ¿Acaso coser (que siempre es remendar, fabricar, reparar) equivale a mutilar, amputar, cortar, crear un lugar vacío? . Probablemente si, porque donde está eso hay que quitar eso; donde no está eso, para castigar el placer que está triunfalmente unido a esta carencia, sólo queda castigar este vacío, negar este vacío no llenándolo, sino cerrándolo, cosiéndolo.
La traducción del dolor en poder es la oposición entre cuerpo y voz.
El mutismo puede ser un procedimiento de anulación eficaz y sobre todo, deja huellas. La distancia entre torturador y torturado es exagerada y las formas de poder se incrementan por su control no solo sobre el cuerpo sino también sobre la voz de la víctima. La condena no solo tiene o ejerce control sobre su propia voz, sino que también controla el tormento de sus víctimas. La costura hace retroceder el cuerpo a los límites del no sexo. Coser es rehacer un mundo sin costuras, remitir el cuerpo divinamente fragmentado -cuya fragmentación es fuente de todo el placer pizarnikiano- a la abyección del cuerpo liso, del cuerpo total. Las letras conforman el tapiz (tapizadas con cuchillos) del texto: la violencia comunica que el lenguaje, encerrado en el sistema, «enjaulado» en la norma, debe volverse agresión para decir. Ese tapiz se teje, precisamente, con las jóvenes costureras, sacrificadas en cada búsqueda: la escritura
¿Y qué si nos vamos anticipando
de sonrisa en sonrisa
hasta la última esperanza?
¿Y qué’?
¿Y qué me da a mí,
a mí que he perdido mi nombre,
el nombre que me era dulce sustancia
en épocas remotas, cuando yo no era yo
sino una niña engañada por su sangre?.....

(de “Las aventuras perdidas” 1958)
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Comentario por Raquel en marzo 26, 2009 a las 9:28pm
Me ha gustado lo que he leído Juan F.
No conocía a esta autora pero me parece uy bonito.

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