La Comunidad de Sin-Límite

Entender la relación entre impulsividad, baja tolerancia a las frustraciones y adicciones

 

Baja tolerancia a la frustración e impulsividad

Las persona impulsivas tiendes a hacer lo que desea en el mismo momento en que ese deseo aparece en su mente sin ser capaz de soportar la espera. Si quieren algo, lo quieren ya. Por este motivo, la baja tolerancia a la frustración suele estar presente en problemas relacionados con la dificultad en el control de los impulsos, como adicciones, juego patológico, compra compulsiva, cleptomanía, piromanía, etc.

En las investigaciones realizadas sobre la personalidad de los adictos, la baja tolerancia a la frustración ha sido siempre el rasgo más típico y consistente.

Supongamos una persona con baja tolerancia a la frustración y problemas de habilidades sociales. En situaciones interpersonales siente una ansiedad de la que quiere huir a toda costa. Entonces descubre que un modo de hacerlo es recurrir al alcohol. Cuando bebe se desinhibe, se tranquiliza y puede disfrutar de sus relaciones con los demás. Conforme pasa el tiempo su dependencia del alcohol aumenta, su deseo de huir del dolor (en este caso la ansiedad interpersonal) es mayor que cualquier otro; pensar en el daño que le está haciendo el alcohol es sumamente desagradable... por tanto, mejor no pensarlo... mejor centrarse sólo en el ahora; y ahora se siente bien. Una vez adquirida la adicción, aparece un problema añadido: el síndrome de abstinencia, magnificado también por su baja tolerancia al sufrimiento, es algo que no quiere soportar. Ya no bebe para sentirse a gusto con los demás, sino porque lo pasa mal cuando no recibe la dosis que le pide su cuerpo. Es como un callejón sin salida que va a más. El sufrimiento es cada vez mayor, el deseo de aliviarlo también. Pero, paradójicamente, aquello que causa el dolor es lo mismo que lo alivia. Por eso para el adicto es tan difícil escapar de su adicción.

Desorden explosivo intermitente

Ya vimos antes cómo un niño con baja tolerancia a la frustración puede acabar en una rabieta furiosa cuando las cosas no salen como desea. En los adultos también se da este tipo de comportamiento. Consiste en estallidos agresivos de una intensidad desproporcionada que provoca daños a la propiedad o a otras personas. Como hemos visto, la baja tolerancia a la frustración lo magnifica todo. Una pequeña ofensa es algo intolerable y da lugar a una rabia exagerada. Para librarse de ella, destroza y golpea, lo cual le proporciona alivio. Después, no se hace responsable de sus actos y culpa a la víctima o a las circunstancias. De este modo se libra de tener que soportar el sentimiento de culpa, lo cual, a su vez, impide todo cambio.

La violencia doméstica podría considerarse como un tipo particular de desorden explosivo intermitente, ya que estas personas sólo pierden el control con la persona con quien mantienen una relación íntima. Esto es debido probablemente a que en una relación de pareja cada uno espera del otro cosas que no espera de amigos o compañeros. Estas expectativas sobre cómo debe ser, hacer o comportarse su pareja pueden ser a veces infantiles e irracionales, creando tensión y conflicto en la relación. Los maltratadores consideran la pérdida de su pareja como algo intolerable e inadmisible que no debe suceder bajo ningún concepto. Viendo así las cosas, la más mínima amenaza real o imaginada puede llevarle a perder el control.

El tratamiento para estas personas suele consistir en técnicas de autocontrol, técnicas para el manejo del estrés y terapia cognitiva para modificar las creencia irracional que desencadenan su conducta violenta y que los llevan a no admitir responsabilidad alguna, como: "son los demás los que me hacen actuar así" o "si me caso con alguien es para siempre y la otra persona no tiene derecho a separarse". Modificar estas ideas y lograr que admitan que son responsables de sus actos es fundamental de cara al tratamiento.

Automutilación

Las personas que se autolesionan de forma intencionada mediante cortes, quemaduras, golpes, etc. Es más frecuente en mujeres y en personas que han sufrido algún trauma en la infancia, como abusos, muerte de un padre, etc. Suelen ser personas perfeccionistas, insatisfechas con su apariencia física y con dificultades pare expresar y controlar sus emociones. El desencadenante más típico es el rechazo de su pareja o de uno de sus padres. En estas ocasiones sienten un dolor emocional muy intenso que no son capaces de soportar y que alivian a través del dolor físico que sí pueden controlar y que suprime todo lo demás. En algunos casos va a más, con cortes cada vez más profundos hasta llegar al suicidio. Suelen describir este comportamiento como adictivo.

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