La Comunidad de Sin-Límite

BORDERLINER… En la frontera de una nueva visión. (NO JUZGAR, ES SÓLO MI OPINIÓN, MI CASO.)

Ayer francamente terminé mi día muy cansada, (¡milagro!) y  no tuve oportunidad de escribir lo que había ocurrido en mi visita con el psiquiatra / psicólogo y anexas.

Son muchas cosas las que me gustaría contar, pero parece que mis manos son un embudo que no me permiten escribir tan a prisa o con tanto detalle lo que mi mente está pensando, sin embargo trataré de hacer un intento por expresarme lo mejor posible.

Llevo para ser exactos un poco más de dos años sin interrupciones de terapias psicológicas, el método que utiliza mi (muy guapo!) psicólogo es el cognitivo – conductual, lo que significa que a diferencia del psicoanálisis donde el paciente va descubriendo cosas por él mismo, sin un límite de tiempo u objetivos y sin interferencia del terapeuta, en esta terapia se van haciendo descubrimientos en equipo, y se van resolviendo objetivos a corto y mediano plazo, que afectan directamente todas las áreas de la vida, con tareas específicas por desarrollar en algunas sesiones y demás. También he cumplido 7 meses en psiquiatría (ya hablaré más abajo de eso) y un año con la filosofía budista.

Mi razón primordial por haber acudido a terapia fue en su momento una ruptura amorosa, pero no por la separación en sí, sino por la manera en la que lo estaba percibiendo. Los meses transcurrieron y entre Hugo (el psicólogo) y yo, descubrimos que en mí había una especie de bucle, que se había formado quién sabe desde cuando, lo que generaba que yo viviera en una eterna contradicción: la de tener mis pensamientos en una dirección (aferrados además), pero mis emociones justo en el lado opuesto, lo que a su vez hacía que yo en reiteradas ocasiones me refiriera a mi misma como: “tengo muchas Alejandras, una que me dice tal otra tal y otra tal” era como tener las 24/7 un ángel y un diablo, que solían ser yo misma. Suena chistoso, en varios momentos así lo fue, pero de verdad fue desgastante, porque al estar en tanta contradicción, había una guerra interna que no sabía parar.

Yo no entendía muchas cosas de mi, por ejemplo: el sentir con mayor intensidad cosas que muchas otras personas no percibían de la misma forma (digo, yo sé que somos diferentes, pero aún así, era radical mi manera de percibir el mundo) Verán, si estaba de buenas era muy de buenas, de malas muy de malas, si era tristeza más bien yo sentía desolación. Todo esto unido a mi rechazo constante por querer alejar estas emociones, obligando a mi razón a trabajar marchas forzadas, ya se imaginarán, una montaña rusa que luego de la vuelta 789655789 ya no es divertida.

Mi manera de reaccionar ante diferentes situaciones era impulsiva, por no mencionar las veces que herí a mucha gente con mi forma de contestar tan sarcástica. También, mi forma de vivir el estrés era caótica. Vivía constantemente con ganas de cambiar y cambiar y cambiar. Huir. La verdad no sé como lo hice ni como me aguante durante 23 años de la misma manera… Pero todo, queridos 5 lectores, tiene consecuencias, y la consecuencia de ignorarse a si mismo es en verdad muy cara.

Está demás explicar las motivaciones que me llevaron a ser como era, (o como soy) podría contarles las historias más tristes de mi vida, o las más felices para justificar cualquier cosa, sin embargo no lo haré porque eso significaría en mi opinión, responsabilizar al pasado a las circunstancias, a las personas, a todo el mundo, menos a uno por nuestras vidas, por lo que uno ha decidido ser, y esa es la diferencia, no soy mis circunstancias, ni el resultado de ellas, soy la postura (las decisiones) que he decidido tomar frente a estas y no más. No hay culpables, ni victimarios, ni víctimas, no soy víctima, punto.

Total. corría el invierno del año pasado cuando ya no hubo marcha atrás. La vida me puso un enorme muro enfrente que ya no podía evadir. Sinceramente no les puedo explicar las causas de las emociones que generé en esos días, pero en verdad eran bastante feas, oscuras. Yo no sabía lo que era una “depresión” hablo en serio, no hablo del dramita que cualquier chica en sus días llama depresión, eso es sentirse triste nomás, pero yo digo depresión de la mala, esa angustia por no tener clarao un rumbo: sin chamba, ni pareja, amigos lejos, familia más lejos aún (se habían ido de viaje) etc. Ni las bases de algún futuro.

Tampoco hasta antes de esos momentos sabía lo que era una crisis de ansiedad. Estar pero no estar, estar en un lugar pero querer salir corriendo a otro. Un miedo irracional e inexplicable que me paralizaba… vaya que ni con la terapia podía saber que me sucedía, sólo tenía claro ese bucle pero sin razón visible… parecía que naufragaba. Lloré lo que nunca (pero sin saber que me hacía llorar) muchos días…

Repito: vivi los momentos más oscuros, como si de “sopetón” se hubieran puesto en marcha mis mecanismos de auto destrucción, reviviendo las despedidas forzadas, los enojos, las frustraciones, las metas incumplidas, los cambios de rumbos, la soledad llena de silencios incómodos… en fin.

La cosa ya no podía seguir así, no encontraba nada que me pudiera hacer sentir bien emocionalmente, aunque con la razón yo supiera que en realidad no pasaba nada. Entonces una madrugada ya no pude más, terminé en el hospital por una crisis de ansiedad. Ahí, me dijeron muy amablemente que mi salud era óptima, pero que los dolores más bien provenían de un lugar mucho más profundo. Me sugirieron acudir a psiquiatría.

No lo dude, con todos mis temores y prejuicios, me lancé a lo que era totalmente desconocido: un consultorio psiquiátrico. Entré por urgencias y estuve ahí poco más de cuatro horas. No recuerdo haber llorado tanto como lo hice en el hombro del primer doctor que me atendió. Le dije todos mis dolores desde tiempo sin principio, y el sólo escuchaba. Me llamó mucho la atención la forma en la que no perdió detalle de mi vida (más adelante me di cuenta de ello cuando me canalizaron con los que ahora son mis doctores de cabecera) descubrí que él también acudí a meditar en centros budistas, ¿cuándo se ha visto que un psiquiatra fuera budista? Lo tomé como una señal, de que estaba en buenas manos, al compartir las mismas creencias. También recuerdo que me dio mucho miedo tomar una pastilla (no sé cuál) en ese momento, pero si recuerdo que me sentí más dopada que un caballo jajajaja y veía elefantes rosas.

La instrucción siguiente fue canalizarme ya con más tranquilidad en otro momento para que pudieran en todo caso diagnosticarme, en el mientras tanto, mi psicólogo estuvo muy al pendiente de mi y me sugirió no ingerir medicamento hasta no contar con un diagnóstico, pues no es lo mismo un diagnóstico dado en una situación de crisis, que una vez calmada.

Volví días más tarde, también fueron HORAS examinándome. Conocí a los que ahora me tratan, un equipo especializado de psiquiatras a quienes mi caso les llamó mucho la atención. Se preguntaban, cómo era posible que alguien allegado a la filosofía budista, con terapias y tal, se sintiera como yo me sentía, por eso decidieron atenderme. Además me dijeron que gracias a esas bases que yo ya tenía confiaban en que yo sabía que una medicación y un diagnóstico no eran la clave para mi mejoría, sino mi voluntad y consciencia.

Hablamos de filosofía, literatura, psicología… me desmenuzaron entera, y no sabía que me pasaba sólo decían: “tienes rasgos de ansiedad, pero no lo es, rasgos de depresión, pero no lo es.. ¿qué será?”  Luego me hicieron un profundo test, que le dio al clavo… llegó el momento de la “verdad”: Eres borderline (mejor conocido como TLP transtrono límite de personalidad, personalidad limítrofe, síndrome de inestabilidad emocional, según sea el país) Me dieron una medicación sumamente baja y me mandaron a mi casa.

Me explicaron (lo pueden googlear) que lo que me pasaba es una cuestión en efecto de percepción, así como el psicólogo, también me dijeron que era un diagnóstico complejo, dado que no es propiamente una “enfermedad” (como muchos lo creen) pues biológicamente uno esta íntegro, que funciona diferente de acuerdo a la persona, hay quienes se suicidan, se cortan, y otros casos extremos, ese es el punto, los extremos de las emociones, por eso se llama Borderline. Afortunadamente yo no entro dentro de esos parámetros. Me dijeron que mi sistema nervioso por diferentes razones (familiares, de temperamento y demás) habían formado así mi personalidad, pero que eventualmente mis canales cerebrales aprenderían por si mismos a generar los niveles correctos de serotonina, y no de forma descontrolada como lo venía haciendo (consecuencia: mis cambios extremos de humor) me dijeron que la personalidad se termina de formar hasta los 30 años aproximadamente, por lo que yo estaba en muy buen tiempo de corregir lo corregibie, me pidieron confianza en lo que hacían usando la analogía de la afinación de un piano, con mis emociones, ellos las afinan con el medicamento mientras yo ensayo con el psicólogo y el budismo. Con la promesa de que tarde o temprano yo aprendería a tocar por mi misma lo que quisiera. Así que desde entonces tienen mi fe.

 

También me dijeron que era común en las personas dedicadas al arte, entre otros “transtornos” que en realidad yo no era una loca (aunque lo disfrute jejeje) porque en todo caso, TODA la población tenía algo que tratar, o sea que en todos lados se cuecen habas.

Para Hugo y para mi fue mucho más claro partir con base en algo que nos ayudaba a entender el porqué de ese bucle que mencioné al principio. Desde entonces y en lo absoluto me siento enferma, de hecho me cagan la madre las personas que se dejan determinar por algo. Uno no anda por la vida diciendo: “HOLA, SOY CÁNCER, SOY TAL INSUFICIENTCIA, O SOY BORDERLINE”  soy ALEJANDRA y si no lo digo, nadie lo tiene porque saber. Pero lo digo porque me interesa compartir mi experiencia, de que más allá del cliché del artista que crea obras a partir del dolor, también se pueden crear a partir del bienestar, uno no tiene que cortarse una oreja para ser popular y disfrutar de la vida, con su debida intensidad sin exagerar.

El diagnóstico sólo nos ayudo a enfocar algunas cosas, entender muchos porqués y resolver lo que tenía que resolver, pero yo no me identifico con ese diagnóstico, lo que no significa que esté negando lo que sucede. Como lo aprendo en budismo: Claro que hay un hilo negro de las cosas, una tendencia, unas semillas, pero uno es completamente responsable de cómo decide moverse. Por eso me parece bastante chafa que otros digan: “Ups, discúlpame si dije equis cosa o hice esto, porque pues no soy yo, es mi enfermedad” y así con cualquier clase de justificaciones. Pues eso es no ser responsable de uno… o así lo veo, disculpen la franqueza.

Ayer en sesión con Hugo, descubrí, que todo este camino recorrido converge con los métodos que he usado: El budismo al final se encuentra con la postura psiquiátrica y psicológica, lo que me produce bastante calma. Ayer también fue mi cita con la psiquiátra y  se puso contenta de saber como estoy, me dijo que era una pena que no pudiera seguir acudiendo a terapia grupal y no tanto por lo que yo pudiera recibir de ella, sino por lo que podía compartir a otros, sobre mi mejoría emocional.  Por eso decidí escribir, por eso estoy aquí.

Hoy por hoy a dos años de terapia, de budismo, de voluntad, estoy bien. Tengo un trabajo al fin donde tanto lo busqué, en donde no gano mucho, pero gano aprendizaje. Disfruto de mi rutina en torno a mi nueva vida, viajar en metro, caminar, estar sola. Hace un mes fui yo la que decidí alejarme de una relación sentimental que no me beneficiaba en lo absoluto, y a pesar de sentir dolor en ocasiones, sé que al final todo resulta ser transitorio, cuando en otro momento me hubiera aferrado, hoy simplemente veo que esa persona no era para mi… o yo no era para ella. Así que no pasa nada, y pasa mucho. Tengo una meta más clara, dirección de hacía donde quiero llegar con todo y plazos para hacerlo.

El año que viene cumplo 25 años y me iré a Cuba, a celebrar, sola o acompañada, pero bien. Si alguien me dijera: ¿qué es felicidad? Les diría que esto. SÓLO estar en paz, no estoy que brinco de euforia, no, no me refiero a eso por felicidad,  me refiero a estar bien donde estoy, con lo que tengo, con lo que hago, con lo que digo, con quienes estoy.

No se trata tampoco de negar, que la vida seguirá pasando, que seguirán existiendo chingadazos igual de duros que los que ya viví, o más… uno nunca sabe. Pero se trata de tener las herramientas que uno decide tener para sentirse agradecidos con la vida, para surfear. No me sé todas las claves de la vida, en realidad ando en pañales, no pretendo ser sabia con el mundo, pretendo ser sabia conmigo y nada más.

“Ningún mar en calma hizo experto a un marinero”  Buda.

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Laura, gracias por tu testimonio. Muchos compartimos vivencias comunes. Por cierto, no sabía que la frase era de Buda, es una de mis favoritas. 

Un beso.

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