La Comunidad de Sin-Límite

Empezó todo el jueves, antes quizás, porque las pequeñas cosas, aquellas que para el resto de las personas pasan inadvertidas para mí quedan marcadas en no sé qué parte de mi cerebro que la gente entendida definiría como inconsciente, o subconsciente o a saber. Y poco a poco, como aquella pequeña gotera que termina por hundir un techo, terminé en la madrugada del domingo, solo -eso sí, bien solo- llorando en una plaza sin que nadie ni nada me hiciera el más mínimo caso; ni los abundantes coches de policía que pasaban por las desiertas calles adyacentes. Antes hubo mucha gente con la que me crucé, claro, muchos los sitios a los que fui, discotecas de moda y lugares de cruissing donde se podía practicar sexo fácil, sin ningún resultado satisfactorio en ningún sitio, salvo el descubrir que nada cambiaba después de muchos meses. Y de repente, hizo su aparición estelar el Asco, el gran protagonista de mi vida en los últimos tiempos, que me atenaza y se niega a desaparecer del horizonte de mi vida. Asco a la mayoría de la gente que contemplo, asco a las conversaciones que escucho, a la manera de vestir, a la manera de comportarse o de mirar,o entender la vida en general , por acortar espacio y tiempo.Un asco que se convierte en autopista que me transporta al tedio que, a su vez, me conduce a contemplar el absurdo general, un poco a la manera de Schopenhauer mezclada, eso sí de mi cosecha propia, para no parecer un vulgar necio incapaz de elaborar mis propias conclusiones.

El Asco, decía, digno especímen de haber sido engendrado por aquellos dioses y diosas que habitaban en el Olimpo lejano, vuelve a poblar mi mente atormentándome aún por las noches, hijas de Morfeo, donde ni controlo lo que sueño fruto de las sustancias que me tomo, prescritas por los sabios hipocráticos que las prescriben en su insaciable afán de conseguir una "cura" de aquello que no tiene ni forma, ni sentido, ni expresión, ni estado, ni permanencia,  ni inmanencia. Algo oscuro o claro, según quién o cómo se mire. El Asco, que espera ser el principal protagonista de alguna tesis doctoral de algún entendido en la materia de cualquier estúpida facultad mediocre de este asqueroso mundo occidental que se sabe conocedor de absolutamente todas las verdades. Necedad de necedades. Aviso a navegantes: no desaparece con pastillas.

Cuando termine este escrito me iré al Hospital, a Puerta de Urgencias, a Psiquiatría, después de haber pasado por el centro de salud de Atención Primaria y haber sido atendido por un presunto diagnóstico de "crisis de ansiedad", de haber hablado con mi psiquiatra que es quién me ha recomendado que acudiera al hospital y con mi terapeuta que coincide con el psiquiatra, porque todos coinciden en que, en estos momentos, soy incapaz por mí mismo, de controlar mi vida; suena tristre ¿verdad?. 

Noto como mis emociones juegan tan juntas que es casi imposible distinguirlas: la rabia, la impotencia, el dolor, la soledad... pasan de una a otra una pelota imaginaria que me es imposible saber en qué manos está ahora y sólo acude a mi cabeza las ganas de "morderme" los brazos. Sí, de morderme hasta sangrar. Cuando le he comentado esto a mi médica de cabecera le ha entrado una risa como las que suelen entras cuando escuchas un chiste nada gracioso pero sabes que estás obligado a reír, sin darse cuenta de que yo sí percibo esos minúsculos detalles. Sigo con esas ganas y tengo miedo de llegar al hospital y que sigan riéndose de mí. De hecho, si eso ocurre.... ¿a quién recurriré?.

El alcohol me ha vuelto a acompañar, es cierto. Aparece sin saber cómo, sin quererle demasiado, sin invocarle intensamente. Ya sé que así, de pronto, alguien ajeno a mi drama dirá que sólo busco compasión o buscar fáciles complicidades; nada más lejos de la realidad. Asumiendo que sólo aumenta mis problemas, debo confesar que por momentos fugaces me proporciona estados ficticios donde preferiría habitar perpetuamente. Y ahora es el momento de las confesiones esas, medio veraces, donde uno escribe: "mañana lo dejo" sin saber bien qué, o el alcohol o el Asco. Bueno sí, el asco, mil veces. 

Pensaba seguir, pero suena el teléfono y debo partir para el puto, temido hospital. Ya os cuento el resto de la asquerosa aventura que me queda por vivir (o malvivir) hasta volver a casa, donde me volverá a esperar la Soledad, el Tedio, el Asco y todos los Fantasmas que, día a día, mes a mes, año a año, pueblan mi calendario, personal e intrasferible, inalterable a pesar de los avances en pastilleos inhibidores de la serotonina, de la monoaminooxidasa y otras sustancias raras de las que dudo tengan nada que ver con mis emociones, perdidas para siempre en algo parecido al Purgatorio de Dante en su Divina Comedia.

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Comentario por Marina F en marzo 26, 2013 a las 5:30pm

Toda una tesis doctoral del lio de emociones en las que estas metido. Desde luego que la medicacion no cura esto, terapia y mas terapia es lo indicado. Pero sin medicacion ¿ Seria peor y menos controlable ? cada caso distinto y casi todo por saber y estudiar. Super sensible y con las emociones a tope, no lo compliques con alcohol si puedes evitarlo. Deseo que te puedan ayudar y te sientas mejor. Un abrazo  

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